jueves, 14 de febrero de 2019

Feliz San Valentín: Relato: El papiro.








Hola a tod@s,
en la nueva entrada os dejo un pequeño relato que escribí hace algunos años. Espero que os guste y os deseo un muy feliz San Valentín. 


El papiro


Año 2570 a. C.

Hemiunu ,el arquitecto real, contemplaba el atardecer de aquel hermoso día desde la base de la Gran Pirámide que estaban a punto de terminar de construir por orden del Faraón Keops. Era conocedor de que en aquella desértica meseta se levantarían otras pirámides, así lo había predicho el hijo de Ra, pero estaba seguro de que ninguna sería tan majestuosa como la que se había llevado a cabo con tanto sufrimiento y esfuerzo por parte del pueblo egipcio y de los esclavos.
Los últimos rayos del sol iluminaban una construcción que esperaba perdurara a través de los tiempos. La mezcla de tonos rojizos y amarillentos sobre la vasta extensión de arena, era impresionante.
La intención era de que en los años venideros nadie pudiera profanar la tumba del monarca. Dentro se encontraban las diferentes cámaras que acogerían tanto el cofre mortuorio, como los tesoros acumulados en su vida terrenal, las barcas y cuadrigas reales, que lo llevarían junto con los demás dioses a la otra vida. También había laberintos que no llevaban a ninguna parte, más que a  los posibles profanadores a una tumba en vida.
Era el único que conocía todos sus secretos y cómo se había llevado a cabo la construcción, por lo que había descrito en un papiro todo aquello que era necesario conocer para efectuar la planificación del trabajo.
 Los escribas elaborarán la historia del reinado de cada faraón, en la del actual faraón, solo nombrarán la cimentación, pero no los secretos que se esconden en su interior.
Quería que su trabajo perdurara a través de los tiempos, el orgullo era un poderoso sentimiento, por lo que deseaba e, iba a hacer lo posible, para que el papiro llegara a un tiempo futuro.
 Para que el escrito no se deteriorara lo había guardado dentro de un cofre de latón revestido de resina, igual que la utilizada en la momificación, para que ni las inclemencias del tiempo ni el paso de los años hicieran mella en él y lo escondería en el interior de la pirámide.
Sería un documento único que ensalzaría su nombre y no sólo la historia de la tumba de su sire

En la actualidad

La arqueóloga Mara Lewis-Bauer se encontraba en la meseta de Guiza a unos quinientos metros de distancia de las famosas pirámides  observándolas desde la cara sur.
Sentada en una cómoda silla debajo del toldo que habían colocado tras acampar, podía ver perfectamente como las seis antiquísimas construcciones se erigían orgullosas, la Gran Pirámide de Guiza, Jafra y Menakura, y a los pies de ésta última las tres correspondientes a sus reinas.
El colorido era espectacular, la dorada arena emitía diferentes reflejos a esa hora del atardecer egipcio mostrando una imagen que quitaba el aliento. Hacía un calor terrible y sudaba a mares por todos los poros de su cuerpo pero la emoción sobre lo que podía estar a punto de suceder le parecía un exiguo pago.
«¿Cuántas personas y hechos históricos habrán sucedido aquí? ¿Cuántas cosas quedan por descubrir de una civilización tan antigua e inteligente?» Se preguntaba mientras esperaba a que los participantes en la misión volvieran al campamento base.
Estaba feliz de poder participar en esta expedición tan especial. Desde que su abuelo le había contado todas aquellas leyendas sobre un cofre inviolado del arquitecto de Keops, no había parado de buscar información y estudiar sobre el tema. No había nada concreto escrito, pero en ocasiones encontraban referencias a la historia que había pasado de generación en generación.
Licenciada en historia antigua y arqueología desde hacía cinco años su gran pasión la había llevado a las diferentes excavaciones a las que su universidad la había enviado, en una de ellas conoció al que hoy era su marido, el famoso erudito y también arqueólogo,  Peter Bauer.
Su relación no tuvo un buen inicio, ambos eran cabezotas y él sobre todo muy arrogante y algo prepotente. Hasta que ambos no reconocieron y dieron rienda suelta a la pasión que habían sentido el uno por el otro desde que se habían conocido, sus conflictos profesionales y personales no se habían solucionado.
La pasión les había llevado a la amistad y al amor, hasta llegar a una pequeña ceremonia de boda con unos pocos testigos en uno de los asentamientos de Egipto en el que habían estado trabajando todo el verano del año anterior.
Ahora se escuchaban y respetaban, ambos estaban totalmente volcados en su vida en común y en una búsqueda tan importante como era la del papiro con el secreto mejor guardado de la Gran Pirámide.
Este año se habían patrocinado a sí mismos, habían estudiado  el tema y dieron con la clave en un documento que hacía referencia a la tumba de Keops relatando su historia y cómo el arquitecto real construyó esta maravilla, y un muy escondido cofre que contenía en tesoro en forma de papiro.
Mara se levantó poco a poco de la silla al ver que el grupo se acercaba a través del desierto hasta su posición, Peter llevaba algo en el regazo que parecía una piedra redonda de unos cincuenta centímetros de alto por cincuenta de ancho.
Cuando estuvo a su lado le preguntó con evidentes signos de emoción.
—¿Qué es?
—Es el cofre—contestó Peter.
—Pero parece una piedra.
—Es por el paso de los años, ha estado incrustado detrás del bloque que indicaba el inicio de la obra en sus grabados. Tenías razón, él fue muy listo dejando pequeñas pistas para llegar hasta él.
—Es casi tan grande como mi tripa.—Señaló Mara echándose después a reír mientras la acariciaba.
—Cariño, tienes razón, pero de tu tripa nacerá nuestro mayor tesoro, que será un hijo y dentro del cofre debería estar el papiro que nos enseñará a toda la humanidad el mayor secreto del arquitecto de la Gran Pirámide, cómo se construyó y todos sus secretos.


Cris Tremps

Saludos




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